Después de un tiempo de perderme entre formularios de inscripción y citas en la agenda volví.
Irma con sus ochenta mayos cumplidos y bien llevados, me abrazó como cuando apenas llegaba a sus rodillas. Me contó de sus aventuras en la colonia y de sus principes azules. Compartimos un almuerzo y nos dijimos cosas lindas.
Con ellos fue distinto. Estamos juntos todo el tiempo, pero siempre hay algo nuevo y los sentimientos cada vez son mas fuertes.
Confianza! me dijo...
Y terminando el domingo de quehaceres domésticos, recibí una llamada.
Tenía que confiar...
Mañana me espera un nuevo proyecto.